Cuando Jack Killby fue destinado a la India, durante la II Guerra Mundial, jamás imaginó que un día se dedicaria a desarrollar uno de los avances más revolucionarios de la era moderna: el microchip.
Como técnico adjunto, dedicó largas horas de estudio a su mayor pasión, la radio. De las largas horas que dedicó a este aparato, consiguió la inspiración que un día lo llevaría a fabricar el primer microprocesador y, años después, subir al escenario para recibir el Nobel de Física (2000).
El campo que desarrolló Killby, quien heredó la curiosidad de su padre, se llama microelectrónica.
Como todo descubrimiento o invención, la microelectrónica sentó bases sin precedentes para las épocas posteriores. Es decir, tuvo un impacto insospechado.
En palabras del propio Killby (1923 – 2005),
«Yo creí entonces que el microprocesador sería importante, pero no podía imaginar en qué forma crecería la industria electrónica debido a él”.
Killby, mientras dedicaba largas horas de su vida a la invención de más de 60 patentes, estaba sin quererlo generando un desafío para las compañías emergentes: la brecha digital.
¿Qué es la brecha digital? En términos muy simplificados, es la separación que se genera entre las compañías que incorporan e integran las tecnologías de información y comunicación (TIC) a su negocio y aquellas que no las usan por desconocimiento o por no contar con el acceso a estas. De esta manera, la brecha digital es la desigualdad en el ámbito de la competencia.
Estas desigualdades se producen por diversas razones, tanto en el acceso a equipamientos (primera brecha digital y la más común), como en la utilización y comprensión de las que ya se encuentran a nuestro alcance.
Bajo esta definición, pareciera que para hacer frente a la brecha digital bastaría solo con comprar más tecnología y capacitar a nuestros encargados de TI, pero se requiere mucho más que eso.
Las claves para iniciar esta transformación son:
- Energía y dedicación;
- Disposición al cambio; y
- Tomar conciencia de la brecha digital.
¿Dónde nace esta presión por reducir la brecha digital? Sencillamente, de las exigencias de clientes digitalizados que esperan una mejor experiencia en este ámbito.
Le daremos cuatro claves para hacer frente a un cliente digitalizado y más exigente:
- Conocer la brecha digital con respecto a competidores cercanos: es la manera de saber en qué posición estamos. Tener tecnología de punta no asegura que la brecha sea menor, ya que no ganamos nada teniendo lo más reciente si no sabemos usarlo o traspasarlo al consumidor final.
- Educar a todos los colaboradores de la organización, para sacarle el máximo provecho a la tecnología en beneficio del negocio y para generar valor al cliente. Por ejemplo: podemos tener información valiosa sobre gustos y comportamiento de compra de las personas, pero si únicamente almacenamos datos en un software y no usamos la información para generar ofertas diferenciadas, no conseguiremos mucho.
- Interacción en todas los departamentos y niveles de la organización, para saber en qué está cada una y promover el cambio a las nuevas tecnologías.
- Reforzar las áreas más débiles en su desarrollo digital. Si un área se queda atrás en el camino del desarrollo, es toda la compañía la que se retrasa y aumenta su brecha digital.
No hay una sola receta para enfrentar la brecha digital, pero estas cuatro claves le servirán sin duda para comenzar el cambio. El verdadero desafío, a fin de cuentas, está en comenzar el cambio y comprometerse a dar el salto.
Las empresas que sigan usando los viejos paradigmas respecto al uso y el valor de la información y el conocimiento, difícilmente sobrevivirán al nuevo escenario.
Usar los antiguos paradigmas será el principio del fin para muchas empresas en la era digital.
Competidores cada vez más agresivos y sofisticados, junto con clientes cada vez más exigentes, harán inviable el crecimiento de una compañía que opere bajo los antiguos paradigmas de la era industrial.
Cada empresa tendrá su propia estrategia, pero estos pasos son fundamentales para desarrollar el plan de acción.
En nuestro entorno están todas las condiciones necesarias para reducir la brecha digital y, junto a la rápida penetración de Internet en Latinoamérica, es una condición que acelera este cambio de enfoque y paradigma.
A fin de cuentas, el conocimiento y las tecnologías de la información para comprender a los clientes en profundidad ya existen. Más aún, muchas de estas tecnologías son gratuitas o de “código abierto”. Sin embargo, hay empresas que definitivamente no usarán estas herramientas porque sus gerentes argumentarán que “aún no es necesario”.
El mercado, como es de esperarse, castiga a los espíritus complacientes, haciendo desaparecer sus empresas. La historia está llena de estos casos.